Lo que no aprendí de Pollyana. Y TE AMARÉ

LILY MAE MARTIN








La medida del amor es el amor sin medida


El paréntesis de unos días libres me lleva...a pensar en Pollyana aquella niña infeliz y huérfana a la que su padre le enseño un juego.-Buscar la parte buena de todas las desgracias e injusticias. En la niñez ,no le hice caso, la existencia de Pollyana me parecía un Paraíso comparado con aquel presente gris y autoritario. (pero, esa es otra historia).

Y Te amaré

Sara esta mañana ha decidido subir el volumen de sus sentimientos, llega con la risa puesta. Extrañados la miran . Algo discordante está zumbando en la oficina. No se deja amilanar y sigue.
Puede imaginarse esas tetas que en la playa se elevaran retando al sol. Y también cuando con voz alta y clara, diga:-Talla 95 B.


Y te amaré

Sólo son cien metros

Juan se acerca a la casa, el corazón desbocado, los deberías acampan en su cabeza, pero el deseo se hace el auriga de la situación y dirige sus manos y se adueña de su cuerpo. El dormitorio está lleno de velas de vainilla (que le hacen lagrimear).Abraza y la amasa. La huele, le hace círculos en las caderas, sé recuesta en su entrepierna, quiere ese elixir que tape la amargura, la desazón, qué le de calor y qué le permita tatarear canciones tontas. ME GUSTA-NO ME GUSTA. Esos débiles quejidos quedan sepultados por un clímax. -Y por un mañana hablaremos



Y te amaré

Hasta el fin de los tiempos.



Sé que no has explorado el desierto de Gobi
Ni el Desierto Líbico (en árabe , الصحراء الليبية)
Ni la ruta de la Seda, de Marco Polo
No has ido al París Dakar
Has dejado que se escapará el Hespérides.
Pero, “yo” sigo aquí






Y te amaré


En 1969,la víspera de su 101 cumpleaños y poco antes de su
muerte, Alexandra acude a las oficinas municipales a
renovar su pasaporte “porque nunca se sabe”.


Y te amaré.....



Los lamas, cuando viajan, no deben
interrumpir su meditación.
El dios que está en ellos se escapa si dejan de repetir las fórmulas
mágicas, y si los abandona antes de tiempo,
les da tan violenta sacudida que los mata.

Y te amaré


Había una vez una mujer llamada Anna O
cansada de escuchar a su médico, Breuer.
Lo invito a callarse
Limpió y deshollinó.
La chimenea de su cabeza
Lustró
Removió cenizas
Dejo salir todo
Fluyeron palabras
Que curaron el cuerpo
Y el espíritu



Europa estaba convulsa. Freud y Breuer se carteaban
Ellos han pasado a la historía:Y nos hicieron llegar algo fundamental que le deben a la histérica de turno: el paciente es el único sabio.
Un beso Anna O