
RUPTURAS
María consultó el reloj por enésima vez y echó de menos el tener que hacer algo más que mover aquel cuadro o enderezar el mantel. Siempre quiso experimentar lo que debería estar sintiendo en estos momentos. De este año no pasa: me caso. Veía pasar las celebraciones, las bodas de las amigas, siempre haciendo las mismas estúpidas bromas. Ya veras como al final vas a tener suerte y encuentras a alguien. Eso lo decía su madre, que su experiencia con los hombres duró un año. Se acordó de la foto de su padre vestido de militar y de su madre oronda y de negro. Lo breve si breve dos veces bueno, es echo a reír ante el estúpido pensamiento.
Lo suyo con los hombres siempre fue como un tango. Entre sus amigas siempre tuvo fama de la más graciosa y de la más buena. Estaba hasta el coño... de ser la más, cuando su cuerpo adquiría rotundidad y curvas, lo que se llevaba en la facultad eran chicas rectilíneas. Siempre le gustaron los hombres golferas, se preocupaba de su bienestar físico de una forma tan obsesiva, qué después de la tercera vez la dejaban de llamar. Sin embargo, con Manolo todo había ido muy deprisa. Cuando le comentó. - Yo quiero casarme y tener hijos, no se asustó. Ahora le esperaba.
-¿Sabes ayer estuve viendo los muebles de la entrada?
_ Sí mejor, los miras tú. Dijo él.
_Pero me gusta que me acompañes.
-No empieces, con el rollo de me siento sola. - Pues: ¡ sal!, haz algo. Al decirlo movía los brazos como las aspas de un molino y María sentía como se moría un poco.
Lo probó todo, la ropa interior negra, lo juguetes alineados en el baño, ahora los tenía en un maletín de color rosa como de la Señorita Pepís, el ver los partidos con él, aullar como una posesa en los momentos culminantes del orgasmo, el pasear con la hermana de él en aquella ciudad triste y lluviosa.
Volvió a encender la tele, cogiendo el mando con fuerza, tuvo la ilusión de que controlaba algo, por lo menos, lo que quería ver: Ahora me salto el anuncio, ahora me sumerjo en la película. El protagonista metía las llaves en la cerradura y ella estaba allí, sin mediar palabra, sé levantaba y le daba dos bofetadas.- Ya sabes, María. Los hombres cambian, piensa en mí y en Raúl. Y a ti se te ve muy bien. Le decía Celia. Como iba a decirle, no sabes nada y creo que estoy harta de mi estrenado marido.
Volvió hacer zapping y supo que no le daría ninguna bofetada, volvió a presionar en otro canal, el programa se llamaba" confesiones ", lo había visto alguna vez, salía un Sr. bajito que en la penumbra confesaba. " Desde pequeño me iba a los colegios. Cuando las niñas se asustaban, yo me la meneaba y me sentía feliz". Aquel tipo salió de la penumbra y el presentador le felicitaba calurosamente y la gente del público aplaudía. Manolo entró por la puerta, su semblante indicaba que estaba fastidiado. - Otra vez viendo bobadas.
- Te he preparado la cena. ¿Cómo ha ido el trabajo? - ¿Cómo quieres que vaya?
Después de tomar el café descafeinado, puso música y el se desperezó.
_ Me ha llamado mi madre se siente muy sola. Casi me muero de risa: ¿Aún sigue Manolo en las reuniones de comilones anónimos?
- ¡Qué simpática! es tu madre. No sabe lo que es aguantar cada día tus gimoteos. Manolo, ¿salimos? Claro, que prefiero estar con mis amigos. Javi, me dice siempre lo mismo." Te comerán el coco , a las tías les encanta emprender la aventura de cambiar al hombre, y tú sé que dejaras de venir ala sociedad gastronómica en breve, te lo digo yo, que vivir lo que se dice vivir no mucho, pero jipiar, lo he visto todo ".
María escucho sin protestar las palabras de Manolo y como en una película, fue viendo el último coche que casi le había pagado, la ropa cara colocada en los armarios, la luna de miel arrastrándolo por Barajas. - Es que cuando bebe, se cuece como un piojo y el mal cuerpo le dura días y días. Le dijo a su mejor amiga.
La decoración de la casa y amoldarse a la ciudad fue un trabajo que duro unos meses. Lo peor fue el nada que hacer, recordó una frase que siempre le gustó. Estar preparada para mi hombre, cuando se la decía se sentía como una especie de sacerdotisa, oliendo a perfume y esperando a su amo, con la mente abierta, el cuerpo cálido y la vagina preparada. Pensando en todo esto, siguió haciendo zapping, mientras se escuchaban los ronquidos de Manolo que el silencio parecía amplificarlos. En la tele se veía a un hombre con barba y mirada penetrante, que miraba desde un rincón como una mujer dormía. Cambio rápido justo a tiempo del anuncio: "Y tú eres mi hombre y yo tu mujer...” Fue como si en ese momento se diese cuenta, de su poder, con el mando entre los dedos cambiaba rápidamente situaciones y se creaba su propio espacio.
En el dormitorio las ropas de Manolo estaban esparcidas, al cogerlas maquinalmente, vió el pañuelo manchado de pintalabios y sintió como la bola se hacia grande y la rabia la dejaba paralizada, volvió al sillón y cambio rápido. SE quedó mirando el anuncio de todas las Navidades: Vuelve a casa vuelve. Y casi sin darse cuenta se encaminó a la puerta, cogió la gabardina, el bolso y el paraguas. Dando un portazo, escuchó los ronquidos y sonrió.
Tenés una capacidad para insertar al lector en el clima de tus relatos envidiable y maravillosa.
ResponderEliminarPasás por todos los estados, hasta llegar al final, con la misma sensación que tus protagonistas.
Mientras te leía una canción llamada RUIDO de Joaquín Sabina me retumbaba en la mente.
RUPTURA de pareja y de realidad, la única opción para iniciar un nuevo camino.
Magnífico, Señora de Letras.
Un abrazo CLARA.
Como siempre, es un lujo seguirte.
SIL
Es que de prisa fué. Ni María era para Manolo ni Manolo era para María.
ResponderEliminarEs que todo fué muy rápido. Ni María era para Manolo ni Manolo para Maria. Cuándo se busca a la pareja como tabla de salvación suceden estas cosas, como sabemos. Tú relato que nos ambienta bien en esta temática. La foto buenísima. Besos
ResponderEliminarQuerida Clara, he estado metidisima en el relato hasta el final. Me ha encantado la elegancia con la que se vá, sin decir adiós. Claramente no estaban hechos el uno para el otro.
ResponderEliminarMuchos besos.
Joder.
ResponderEliminarDemoledor. Tremendo.
Y maravillosamente bien escrito.
Te felicito.
Besos.
A veces la vida nos pesa como esa maleta llena de arena. Creo que lo mejor entonces es vaciarla y buscar en otra parte mejores cosas con que llenarla. Las rupturas suelen ser dolorosas, pero algunas veces inevitables y salutíferas.
ResponderEliminarBesos
Que bien escrito!!!!!!!
ResponderEliminarFelicitaciones.
Saluda desde Argentina,Liliana
Maravillosamente bien escrito. Un beso Clara.
ResponderEliminarTardecita de sábado y repasando mis blogs favoritos. Un palcer siempre pasar por tu espacio.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Bravo, Clara, un buen testimonio de la rebelión femenina. La sumisión debiera haber quedado por allá, en la época de las cavernas, mi querida amiga.
ResponderEliminarQué curioso, escribes este texto el día de S.Valentín, hay que ser valiente para abrir una puerta al oxigeno, al aire libre, sobre todo si eres mujer y además has cumplido más de 40 años, pero es mejor que te de vértigo una nueva vida y te pongas a la tarea de disfrutarla que vivir sometida a alguien que alguna vez quisiste pero el amor se esfumó.... hay que buscar nuevos espacios y ser creativos que la vida es corta y de los valientes.
ResponderEliminarPorque tuvo que esperar al detonante del pañuelo manchado?.Las mujeres que amamos demasiado (título de un libro que me recomendo hace muchos años un psicologo) morimos en vida, nos anclamos a nuestros miedos e inseguridades, somos incapaces de dar un portazo a tiempo, y lo digo por mi que estuve 37 años "adorando" a un hombre que no supo quererme.
ResponderEliminarUn beso Clara, Carmen.
Hi, Ms Psychologist!
ResponderEliminarYo no ejerzo, pero después de 8 años de psicologitis+gestaltitis, creo que jamás me quitaré del todo las gestalt glasses ;)
Sobre el relato, no se me ocurre nada original que ya no sepas. The Beatles ya nos lo dijeron a todos, mujeres que aman demasiado included: all you need is love. El problem, es que solo queremos "rellenarnos" con el amor que viene de fuera.
Se está bien en tu rincón ;)
Un saludo ***
@ Sil.Me encanta¡que te guste.Y esa canción de Joaquín Sabina....le va. mil besos,poeta.
ResponderEliminar@ Myr
La maleta,que arrastramos. Y si estoy de acuerdo en esas tablas de salvación,que se convierten en pesadillas...
@Nikitta
No estaban hechos el uno para el otro.Salir por la puerta... Abrazos,amiga.
@ Toro Salvaje. Lo de demoledor me ha hinchado como un bollo. BSS
@ juanjo.
Muchas gracias, por estar ahí. bs
@ La sonrisa de Hiperión.
El que un sábado te pases por aquí,se agradece.bs
@Rudy
Fuera la sumisión.La pasividad. Un abrazo
@Anónimo
ResponderEliminarNo había pensado en lo de San Valentín,pero sí, es curioso,este relato tiene 12 años y se quedo olvidado en una libreta.
@Anónimo
El pañuelo es una especie de amuleto quee le dió el empujón... supongo que siempre hay un momento,donde te contemplas desde fuera. un beso
@Alhy
¿Fué grande el atracón?. Psicología intensiva
Rellenarnos con el amor que viene de fuera.BSS
Un relato hermoso con solvencia y capacidad para atrapar la atención de los lectores. Felicitaciones! Un abrazo.
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