Cuarta semana
A cada rato me miró en el espejo, me da lastima esa mujer con grandes ojeras que hace un año creía ser alguien especial, es como un juego me arrastro hacia el cuarto de baño, odio la imagen que se refleja, pero es una forma de comprobar: que estoy aquí, soy real, y puedo hacer algo para dejar ese sofá, tirar la camiseta que llevo puesta y salir de la casa.
“ En los templos egipcios había un espejo a la entrada para reconocerse, mirarse y aceptarse”.
Puede ser que esté un poco zumbada como digo yo, o muy loca como dice Jaime. Me siento confusa y con nerviosismo vuelvo a mirar el reloj. Me ducho ,me maquillo con cuidado y hasta me pinto los labios con rojo pasión. Estoy un poco acelerada, pero quiero estar lista pronto. Cenamos callados, pero me mira a los ojos y siento que me derrito, el calor interno caldea mi corazón, endurece mis pezones y abre mi vagina.
Me despierto muchas veces. El piar de los pájaros es como un sonido estridente, malsano, anunciando un nuevo día. ¿Por qué tuve que hacerle reproches?. Siempre lo estropeo todo. No se aceptar un : “No” y menos “un déjame en paz”, me duele la mandíbula, siento un hormigueo en el hombro. No me puedo quejar empecé yo.
“El alternar buenos tratos con malos tratos ha sido llamado el Síndrome de Estocolmo. El victimario normalmente es muy hábil en
elegir sus víctimas, que normalmente se encuentran en momentos de gran vulnerabilidad en sus vidas, lo cual les da a el poder .Sus amenazas son confusas ya que vienen alternadas con momentos de afecto.”.
Me odio a mi misma, siempre he sido una peleadora y ahora soy sumisa. Aceptaría lo que sea, no quiero contrariarle, sé que debo cambiar.
“ La sumisión de la mujer, por lo tanto, no es una conformidad a un sistema violento, sino más bien un intento desesperado de evitar más violencia y de obtener un mínimo de convalidación y afecto”.
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A cada rato me miró en el espejo, me da lastima esa mujer con grandes ojeras que hace un año creía ser alguien especial, es como un juego me arrastro hacia el cuarto de baño, odio la imagen que se refleja, pero es una forma de comprobar: que estoy aquí, soy real, y puedo hacer algo para dejar ese sofá, tirar la camiseta que llevo puesta y salir de la casa.
“ En los templos egipcios había un espejo a la entrada para reconocerse, mirarse y aceptarse”.
Puede ser que esté un poco zumbada como digo yo, o muy loca como dice Jaime. Me siento confusa y con nerviosismo vuelvo a mirar el reloj. Me ducho ,me maquillo con cuidado y hasta me pinto los labios con rojo pasión. Estoy un poco acelerada, pero quiero estar lista pronto. Cenamos callados, pero me mira a los ojos y siento que me derrito, el calor interno caldea mi corazón, endurece mis pezones y abre mi vagina.
Me despierto muchas veces. El piar de los pájaros es como un sonido estridente, malsano, anunciando un nuevo día. ¿Por qué tuve que hacerle reproches?. Siempre lo estropeo todo. No se aceptar un : “No” y menos “un déjame en paz”, me duele la mandíbula, siento un hormigueo en el hombro. No me puedo quejar empecé yo.
“El alternar buenos tratos con malos tratos ha sido llamado el Síndrome de Estocolmo. El victimario normalmente es muy hábil en
elegir sus víctimas, que normalmente se encuentran en momentos de gran vulnerabilidad en sus vidas, lo cual les da a el poder .Sus amenazas son confusas ya que vienen alternadas con momentos de afecto.”.
Me odio a mi misma, siempre he sido una peleadora y ahora soy sumisa. Aceptaría lo que sea, no quiero contrariarle, sé que debo cambiar.
“ La sumisión de la mujer, por lo tanto, no es una conformidad a un sistema violento, sino más bien un intento desesperado de evitar más violencia y de obtener un mínimo de convalidación y afecto”.
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